Generalidades
LA ELECCION
Por lo general, antes de disponerse a adquirir un perro, el futuro propietario ya tiene preferencias por algunas determinadas razas, que se basan, fundamentalmente, en juicios puramente estéticos. Sucede entonces con frecuencia, llevarse a casa un cachorro sólo porque es bello y simpático, sin conocer en lo más mínimo las características de la raza a la cual pertenece y sus exigencias vitales que, a lo mejor, no serán plenamente satisfechas por el hábitat que se está en condiciones de ofrecerle.
Existen diversas razas de perros: de tamaño pequeño, mediano y grande; de pelo liso, duro y largo; algunas prefieren el frío, otras el calor, otras son más o menos sociables. Pero no es suficiente: existen otros factores que es preciso tener presentes en el momento de la elección, como, por ejemplo, la edad y el sexo.
¿CACHORRO O JOVEN?
La edad del perro tiene una importancia particular: en efecto, normalmente se prefiere elegir un cachorro de dos o tres meses, más que a un animal joven. Sin embargo, esto suele ser, a menudo, un gran error, y se debe más que nada a la gran ternura que inspira un cachorrito de sesenta días, y no al gasto, aparentemente inferior, que se debe efectuar. En la mayoría de los casos, el cachorrito representa una incógnita: aunque provenga de las mejores líneas de sangre, con el crecimiento podrá revelarse como un animal mediocre o, en cualquier caso, inferior a las expectativas que despertó su apariencia. De todos modos, el precio relativamente bajo de un cachorro es, inevitablemente, incrementado con los gastos de vacunaciones y consultas veterinarias, muy frecuentes en el primer período de vida. Por tanto, es mucho mejor conseguirse un joven, de por lo menos seis meses de edad, que se encariñará con gran facilidad al nuevo dueño.
¿MACHO O HEMBRA?
En lo relativo al sexo del ejemplar a adquirir, no existen especiales ventajas en favor de uno o de otro: todo depende del futuro propietario. Sin embargo, por lo general, los machos son más solicitados, especialmente por quien tiene necesidad de un perro con un carácter más fuerte e inquieto, y no quiere las complicaciones inherentes a los dos períodos estacionales de celo, por los cuales han de pasar las hembras: pérdidas vaginales que se prolongan durante, aproximadamente, dos semanas y que pueden manchar de sangre sofás, alfombras y camas. Durante todo este tiempo, es preciso, además, mantener a las perras alejadas de los machos para prevenir el obvio peligro de un embarazo indeseado. Todo esto no quita que las hembras sean más dulces y afectuosas y, a menudo, más tolerantes con respecto a otros animales.
ELECCION DE LA RAZA
En el momento de la elección deberá tenerse muy presente la razón que motiva el querer tener un perro, cuáles son las tareas que habrá de cumplir. Prescindiendo del hecho de que el perro siempre debe considerarse, ante todo, como un compañero afectuoso, las principales funciones que deberá desarrollar, según la raza, pueden resumirse de esta manera: hacer de guardián, defender, ayudar al amo durante la caza y, más simplemente, hacerle compañía.
Es obvio que cada raza tiene exigencias diferentes que es preciso considerar, para ver hasta qué punto es posible satisfacerlas o no.
Pero vayamos por partes.
Quien opta por un perro de caza debe poder asegurarle largos paseos diarios y un lugar donde correr libremente, para que el animal adquiera el hábito de los espacios libres y su temperamento pueda desarrollarse de acuerdo con las funciones que habrá de realizar como auxiliar cinegético. Los perros de guardería, de defensa y utilidad, se distinguen por el mayor tamaño, el temperamento fuerte y la notable musculatura: tienen necesidad de realizar mucho ejercicio y disponer de amplios espacios donde poder correr. Requieren, por parte del amo, algún sacrificio extra, pero son capaces de dar grandes satisfacciones. Sin embargo, el campo más amplio para la elección es, sin duda, el de los perros de lujo y compañía. Salvo pocas excepciones, son animales que se adaptan a vivir en un piso de ciudad tienen pocas exigencias especiales respecto a razas de mayor tamaño: estas características los convierten en ideales compañeros de niños y ancianos.
Entre todas las razas, algunas son de pelo largo, otras de pelo duro y, todavía, otras de pelo liso. Las primeras presentan el defecto de la pérdida del pelo durante la muda, lo que constituye gran problema, especialmente dentro de la casa. Los perros de pelo duro tienen mayores necesidades que los otros, de un determinado arreglo del mismo, mientras que los de pelo liso, en cambio, presentan menores dificultades en lo relativo a la limpieza.
Una vez elegido el perro que se adecúa a nuestras exigencias, se plantea el problema de dónde adquirirlo. La elección del criador o revendedor es importante para procurarse ejemplares sanos, de raza pura y a un precio justo. Es conveniente, por tanto, informarse en la Sociedad Cinofílica correspondiente.
REGISTRO Y PEDIGREE
¿Cómo es posible reconocer a un buen perro de raza? En base a la así llamada línea de sangre: es decir, controlando y registrando el árbol genealógico de cada ejemplar, desde el nacimiento. Con esta finalidad, todos los perros de pura raza están registrados en los diversos Kennel Clubs nacionales con un nombre propio, que corresponde al apellido del criador y un nombre individual. Posteriormente, el Kennel Club envía al criador los certificados de inscripción en el Libro de Orígenes. En él se indica el denominado pedigree del perro (hasta la 4.ª generación).
EDUCACION Y COMPORTAMIENTO
En lo que respecta a este tema, es preciso, ante todo, partir de cierta premisa: una vez que el perro se lleva a la casa, debe ser considerado exactamente igual que un nuevo miembro de la familia. Por tanto, en la educación del cachorro hay que pensar que se trata de una criatura sin un carácter ya formado: por este motivo, resulta muy importante la manera cómo se le enseña a vivir, porque su carácter, una vez adulto, depender en gran parte de sus amos. Como sucede con los niños, el perro debe comprender por qué se le regaña. Sólo así podrá evitar el error que ha cometido.
La honestidad y la coherencia en la educación del perro son otros factores fundamentales: engañar al animal pidiéndole que vaya a buscar un objeto con la promesa de un terrón de azúcar, es contraproducente y denota, sobre todo, la equivocada tendencia a considerar al perro como un ser inferior. Por otra parte, el castigo si es necesario, resulta indispensable. Recordemos, sin embargo, que es preciso no perder nunca la calma, ni dejarse llevar por el enojo, pegándole al perro con un bastón. Será suficiente con una amonestación dura con voz firme y decidida. Es conveniente recordar, además, que si al perro le gritan varias personas al mismo tiempo se confunde y no comprende el motivo de la regañina. Uno de los mayores riesgos que se corre cuando se lleva un cachorro al hogar es el de viciarlo. Los aullidos nocturnos de los primeros días, no deben ser motivo para apiadarse de él, así como sería mejor no ofrecerle golosinas gratuitamente fuera del horario de las comidas: estas concesiones podrían costar muy caras cuando el perro, una vez adulto, pretendiera dormir en la cama del amo y comer en cualquier hora del día. Desde los primeros días, el cachorro debe aprender a dormir en un adecuado lecho que se le debe preparar especialmente, y a comer sólo en su comedero. Para acostumbrarlo mejor, debe mantenerse una cierta regularidad en los horarios, tal vez acostándolo antes de la hora elegida para hacerlo sus amos.
Además, es conveniente habituarlo inmediatamente a no ensuciar dentro de la casa, armándose de paciencia y bajándolo a la calle cada dos o tres horas, hasta que comprenda que debe ensuciar en la tierra.
CRIA
En Cinofilia, al igual de lo que sucede con las demás razas animales, debe prestarse una particular atención a la cría, ya que constituye la base para un correcto desarrollo morfológico y psicofísico de las diversas razas caninas. Ya a finales del siglo XIV, el muchas veces nombrado Gastón Phebus, conde de Foix, en su célebre libro sobre la caza, dedica muchas páginas a la cría de los perros, a su alimentación, al cuidado, a la higiene, a la limpieza, subrayando que las cualidades naturales de un perro (en este caso venatorias) dependen tanto de su genealogía como de la manera de tratarlo y mantenerlo.
ELECCION DE LOS REPRODUCTORES
Gran importancia para el desarrollo de las razas caninas debe dársele a la elección de los reproductores (machos y hembras), a través de un profundo conocimiento de los mismos y de una correcta lectura de los pedigrees correspondientes, todo lo cual debe ir, obviamente, acompañado con un amplio saber de aquellos elementos necesarios y útiles que en ese momento es preciso tener en cuenta, para no incurrir en errores difícilmente remediables. Leer un pedigree no sólo quiere decir conocer los antepasados de un determinado macho o determinada hembra, sino también, y fundamentalmente, tener información sobre las cualidades de los diversos ejemplares que componen todo el árbol genealógico de los dos reproductores, los resultados de sus éxitos en exposiciones o pruebas de trabajo y sus características durante la cría. Por tanto, deben descartarse los reproductores (machos y hembras, obviamente) notorios portadores de taras o defectos, como aquellos tipos de sangre que han creado dificultades en la cría (defectos físicos, problemas en la lactancia, insuficiente tipicidad, etc.). Una vez decidida la elección, siempre es conveniente cerciorarse de que los dos perros que van a aparearse gocen de buena salud, que no presenten formas parasitarias u otras enfermedades infecciosas que podrían pesar negativamente en el éxito del embarazo y de la camada.
ACOPLAMIENTO
Sobre la edad más indicada para el primer acoplamiento de un perro, ésta varía de raza en raza, y, sobre todo, para los machos deber llevarse a cabo sólo cuando el perro ha alcanzado su completo desarrollo corporal, que resulta más precoz en las razas pequeñas y medianas, y más lento en las de gran tamaño. En lo relativo a las hembras, por el contrario, es siempre conveniente esperar al segundo o tercer celo, es decir, cuando el aparato genital ha llegado a su desarrollo total y completo. Por tanto, cuando se presenta el primer celo, aproximadamente a la edad de nueve meses, para luego retirarse generalmente con una cadencia semestral, el acoplamiento podrá efectuarse entre el decimoquinto y el vigesimoprimer mes. Siempre resulta una buena norma, si es posible, acoplar a los perros hacia el final del invierno, de modo que los cachorros nazcan en primavera, lo que hace posible que su primer crecimiento se lleve a cabo durante los meses más calurosos y soleados. Determinada, por tanto, la elección de los reproductores y el período de nacimiento de los cachorros, se proceder al acoplamiento que, normalmente, puede producirse entre el octavo y el noveno día del comienzo del celo, hasta el decimotercero o decimocuarto. A veces, si la ovulación no es completa, la hembra no acepta al macho y, por tanto, no es conveniente insistir, sino esperar a que el acoplamiento se realice de manera espontánea, sin forzarlo. Siempre resulta útil y conveniente -si, obviamente, se tiene la posibilidad- repetir el acoplamiento, con un intervalo de uno o dos días, para estar seguros de que se ha producido la fecundación.
EMBARAZO
En las razas caninas, el embarazo dura, aproximadamente, dos meses (normalmente puede variar entre los 59 y los 63 días), teniendo en cuenta que las perras que están en su primera gestación, generalmente, dan a luz hacia comienzos de tal plazo, en cambio, las que ya han tenido cachorros repetidas veces, en ocasiones superan en varios días y sin inconvenientes, el término máximo establecido. Es conveniente que durante todo el embarazo, la perra se mantenga en un ambiente tranquilo, seco y limpio, poniendo, al mismo tiempo, una especial atención en la alimentación, que será lo más equilibrada posible, subdividiendo, al término de la gestación, la comida diaria en varias raciones.
Es preciso, sin embargo, tener mucho cuidado en no sobrealimentar a la perra embarazada, lo que puede provocar manifestaciones de ninfomanía o atonía del tubo genital. Otro gran error consiste en suministrarle a la perra dosis excesivas de compuestos a base de calcio, con la intención de facilitar el proceso de calcificación de los huesos de los cachorros. En efecto, las necesidades en calcio son muy elevadas en el feto, pero es la propia perra quien, a través de una adecuada alimentación, procura las cantidades indispensables. Un suministro excesivamente abundante de calcio puede causar notables dificultades durante el parto. Es conveniente que durante todo el período de gestación y lactancia no se cambie a la perra de lugar, ni tampoco que se le aproximen personas extrañas, para evitar inútiles motivos de agitación.
PARTO Y LACTANCIA
La proximidad del parto se advierte con el descenso de la temperatura corporal de la perra, que generalmente también presenta signos de inquietud y desasosiego, e incluso con la presencia del calostro en las mamas. El parto se lleva a cabo, casi siempre, naturalmente y, en este momento particular, la perra debe dejarse lo más tranquila posible, teniéndola, no obstante, siempre bajo control evitando intervenir con ayudas manuales, si no se es muy experto, y recurriendo a un veterinario en caso de necesidad. Normalmente, es la propia perra quien realiza el corte del cordón umbilical y procede a la apertura de la placenta, manteniendo constantemente limpios tanto a los cachorros como la perrera. El número de cachorros por camada varía de raza en raza y, con frecuencia, de ejemplar en ejemplar. Generalmente, una perra con buena salud y bien alimentada, amamanta perfectamente a sus cachorros aunque sean numerosos. Sin embargo, en ocasiones es conveniente, sobre todo cuando la cantidad de leche resulta insuficiente, recurrir a nodrizas o amamantar artificialmente a los cachorros (aunque esta técnica presenta enormes dificultades y, en la mayoría de los casos, es insuficiente), o realizar, por último, una selección, excluyendo a los ejemplares más pequeños y deficientes que, por otra parte, a veces, incluso, se eliminan naturalmente.
DESTETE
Si la perra tiene suficiente leche y si la camada no es demasiado numerosa, siempre constituye una buena norma comenzar el destete lo más tarde posible, ya que el cachorro recibe de la madre el mejor alimento, el más sano y equilibrado. Por tanto, el comienzo del destete, que representa una de las fases más difíciles y delicadas de la cría de las razas caninas, varía de camada en camada, en relación, naturalmente, al estado de salud de la perra, a la cantidad de leche que produce, al número de cachorros, e incluso al tamaño de la propia raza. El destete se inicia con el suministro del alimento (homogeneizados, carne cruda) en pequeñas dosis, que se van aumentando gradualmente y alternando regularmente las comidas con la lactancia materna, dejando, de todos modos, siempre a la madre con los cachorros durante las horas nocturnas En esta fase también se nota la progresiva separación de la madre de sus pequeños, completándose el destete entre el 40.º y el 60.º día de edad de los cachorros, es decir, cuando éstos están en condiciones de unirse a sus nuevos propietarios Durante todo el período de destete es siempre conveniente suministrarle a los cachorros complejos mineral-vitamínicos, con el fin de garantizar un correcto y completo desarrollo de su estructura y de su esqueleto. Resulta, por otra parte, de gran importancia intervenir, de manera oportuna, contra los parásitos intestinales de los cachorros que, si no se combaten a tiempo, debilitan al perro de una manera irreparable.
CRECIMIENTO
Una vez determinado el destete, la vida del perro depende exclusivamente del propietario. Es, por tanto, necesario prestarle particular atención, principalmente a la alimentación, que debe suministrarse a intervalos lo más regulares posibles. El número de comidas decrece a medida que la edad avanza, hasta llegar a una sola al día cuando el perro está completamente desarrollado y maduro.
También es preciso cuidar de la salud del perro (ver capítulos siguientes), asegurándole al animal espacio suficiente donde moverse a gusto, de modo que pueda alcanzar, de maneras correcta y armoniosa, el desarrollo de la estructura y de la masa muscular.
La elección de los reproductores es, de por sí, garantía de tipicidad y de carácter, pero la correcta cría es la que asegura un equilibrado desarrollo corporal, teniendo en cuenta, además, que un perro bien alimentado, mantenido en un lugar limpio y cuidado con esmero, está siempre menos expuesto a enfermedades y trastornos.
ALIMENTACION
Para mantener al perro con buena salud, como cualquier otro ser viviente, es indispensable una adecuada alimentación.
El alimento debe ser muy simple pero sustancioso. Aunque la base de la dieta esté constituida por la carne, es siempre conveniente variar el menú con el agregado de arroz hervido, verduras cocidas, pan sentado o duro, e incluso pescado, teniendo, en este caso la precaución de quitar las espinas grandes, una vez hervido. Nunca está de más recordar que el correcto desarrollo del perro depende de la dieta y los cuidados que recibe de sus amos. Si el animal no comiera, los motivos pueden ser dos: o que la mezcla alimenticia no es de su agrado o que no se encuentra en buenas condiciones de salud. De cualquier modo, no es preciso obligarlo: se corre el riesgo de viciarlo e incluso de lesionarlo.
La cantidad diaria de comida varía según la raza, la edad y el tamaño del ejemplar. Es preciso, además, hacer una distinción entre los perros que llevan una vida sedentaria y los que tienen la posibilidad de correr y gastar mucha energía. A título indicativo, un pastor alemán en condiciones de reposo tiene unas necesidades de, aproximadamente, 2.000 kcal., contra las 7.800 de un perro de la misma raza que realiza un trabajo duro. Por último, es preciso que el bebedero con agua fresca esté siempre a su disposición.